-Comprobar si la utilización de medios en el aula ha producido una mejora en el rendimiento escolar de los alumnos. Este objetivo pertenece a la perspectiva estadística, y a su vez estará englobado dentro de las variables cualitativas politómicas, ya que el rendimiento se evaluará atendiendo a si ha mejorado poco, mucho , nada, bastante, etc.
-Medir el grado de satisfacción de los alumnos con la implementación de los medios audiovisuales en el aula. Este objetivo está dentro de la perspectiva estadística, dentro de las variables cualitativas politómicas y dentro de las variables cualitativas dicotómicas, ya que las preguntas realizadas en el cuestionario podrán ser contestadas con un “sí” o “no” , o con “mucho”, “poco”, “demasiado”, “nada”, etc.
-Profundizar en la relación del niño/a con los recursos audiovisuales como manera de saciar su curiosidad. Este objetivo se incluye dentro de la perspectiva estadística, en las variables cualitativas politómicas, ya que a la hora de hacer el cuestionario, haremos preguntas a los alumnos del tipo: ¿con qué frecuencia utilizas los medios audiovisuales en casa y en el aula?, y ellos podrán responder con mucho, poco , bastante, poco o nada.
-Desarrollar la imaginación y la creatividad a través de los recursos audiovisuales. Dicho objetivo pertenece a la perspectiva metodológica, y a su vez está dentro de las variables experimentales, ya que la utilización de los medios audiovisuales sería la causa, y el efecto sería el incremento de la creatividad de los alumnos.
-Iniciar a los niños/as en la utilización de los distintos tipos de recursos audiovisuales existentes, los cuales puedan ser les útiles en un futuro próximo. Este objetivo también pertenecerá a la perspectiva estadística, y a su vez también dentro de las variables experimentales, donde la causa será la utilización de los distintos tipos de recursos audiovisuales existentes, y el efecto será una mejora de los alumnos en el mundo de los medios audiovisuales, es decir, en el mundo de las nuevas tecnologías.
El sol ha dejado de ser el principal sospechoso de producir cáncer en la piel. Desde ahora, también las cabinas de rayos UVA se consideran peligrosas. Junto al tabaco, el gas mostaza o el arsénico, se incluyen en el grupo de factores causantes de cáncer que elabora la IARC (Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer), organización dedicada a evaluar este tipo de evidencias científicas y dependiente de la OMS (Organización Mundial de la Salud).
Hasta hoy, las consecuencias de tumbarse en las camillas para ponerse moreno no estaban claras y sólo constaban como «potencialmente peligrosas», término que ha cambiado directamente a «peligrosas». También se incluían en la categoría 2A de riesgo de cáncer, mientras que ahora pasan a categoría 1. El punto de mira está sobre todo en los jóvenes, pues se incrementan hasta un 75 por ciento las probabilidades de desarrollar un melanoma cutáneo cuando empiezan a utilizarse antes de los 30 años. Si, además, añadimos el factor geográfico, España sale mal parada: en nuestro país, la adicción al «sol artificial» está muy extendida, sobre todo, en mujeres jóvenes, aunque el número de hombres aumenta. «Los países mediterráneos son los principales consumidores, mientras que entre los nórdicos no sólo está muy regulado el uso, sino que, incluso, está prohibido utilizar estas cabinas con fines cosméticos en lugar de terapéuticos», explica el doctor José Carlos Moreno, jefe de Dermatología del Hospital Reina Sofía de Córdoba y vicepresidente de la AEDV (Academia Española de Dermatología y Venereología). «Los expertos en España no tenemos duda desde hace tiempo de que la radiación UVA es cancerígena. Y no sólo la UVB como se decía».
Manchas y quemaduras
La mutación genética, causada por la radiación solar, ha sido detectada en el nuevo estudio realizado en la piel de ratones tratados con radiación ultravioleta A (UVA), cuando a lo largo del tiempo se atribuyó sólo a la B. Esto ha hecho a la OMS reclasificar toda la radiación solar como cancerígena para los humanos en una revisión realizada por veinte científicos independientes de nueve países diferentes, entre ellos, España (las conclusiones pueden leerse en la revista «The Lancet Oncology»). La noticia no podía sentar peor a los obsesos del bronceado: la tanorexia, como cualquier adicción, aboga por aquello de que «el fin justifica los medios» y aplaude el uso de las lámparas de bronceado, igual que la saturación de sol bajo la tumbona. El factor añadido de estos dispositivos es que, además, se utilizan durante todo el año para mantener resultados. Entonces, ¿es malo tomar rayos siempre? Para el doctor Moreno, «es preferible tomar el sol de forma paulatina y con protección. El problema de las cabinas es que no tienen un control exhaustivo sobre la cantidad de radiación que emiten. Existen decretos, pero no se ponen en práctica, y la referencia habitual por minutos no es válida. Los dermatólogos hablamos de dosis cuando las utilizamos con fines terapéuticos (para tratar enfermedades cutáneas), pero por tiempos no podemos saber el daño causado, pues depende del estado de las lámparas. El tema de los bonos es peligroso». A juicio del experto, éstas se van gastando progresivamente y cambia la radiación: pasan de emitir sólo UVA a mezclarse con UVB. Así, quien guste de esta práctica debe saber que puede costarle caro: posibilidad de cáncer, además de todo el repertorio de consecuencias anexas a la radiación: arrugas, manchas, quemaduras... Si aun así pensamos exponernos, mejor utilizar protección solar, otra de las grandes dudas hasta la fecha en esta cuestión, aunque tardemos más en conseguirlo, así como tener en cuenta otro riesgo añadido del uso de estos dispositivos: el melanoma ocular, el cáncer más habitual en el ojo, que afecta cada año a cinco de cada millón de españoles.
BELÉN QUEROL CAYUELAS